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Una buena parte importante de los gastos de una industria se concentra en arreglar averías, fallas o equipos que no funcionan bien después de varios años de uso. Las cifras varían de una empresa a otra, pero a veces pueden representar hasta el 50 % de los costes totales.

Pero eso no es todo, pues también deben considerar tiempo de inactividad en caso de avería, las complicaciones del inventario o compras, riesgos de lesiones, etc. La buena noticia es que lo anterior, en gran medida, puede evitarse con los siguientes tipos de mantenimiento industrial:

La poda de árboles y otras formas de manejo de la vegetación en sistemas de distribución eléctrica se están volviendo cada vez más críticas en la operación segura y efectiva de las líneas de transmisión y los servicios relacionados. Esta práctica incluye la eliminación efectiva del crecimiento de plantas no deseadas en las áreas que rodean la operación de, en este caso, los servicios eléctricos. Aunque se trata de algo vital, estamos hablando de una actividad demandante y un poco complicada de llevar a cabo.

Los sistemas de aire acondicionado (HVAC por sus siglas en inglés) en un ámbito comercial sirven para brindarnos aire limpio y un ambiente cómodo tanto para los empleados como para los clientes. Aunado a esto, siempre habrá que lidiar con el problema del consumo de energía en las instalaciones durante la temporada calurosa del año. Equilibrar los requisitos de refrigeración y calefacción con las facturas de servicios es un desafío para cualquier propietario de una empresa. La buena noticia es que las siguientes prácticas resultan útiles para alcanzar este objetivo:

Para responder esto, primero debemos recordar que un transformador es un componente pasivo que transfiere energía eléctrica de un circuito eléctrico a otros. La esencia de este equipo —compuesto de un núcleo y dos embobinados independientes (devanados)—, en la regulación de la energía eléctrica, es la capacidad de aumentar o disminuir los niveles de tensión entre circuitos; y al igual que cualquier otro equipo mecánico, necesita aceite para funcionar correctamente.

Que la electricidad deje de fluir puede resultar muy caro. Casi ninguna industria puede permitirse el lujo de quedarse sin energía. Por eso, cuando una compañía cuenta con su propia infraestructura eléctrica de alta o media tensión, el mantenimiento preventivo es fundamental para anticiparse al tiempo de inactividad. Pero ¿qué pasa cuando todo tiene que parar sin aviso previo?

Las subestaciones eléctricas convierten energía de miles de voltios a niveles manejables. Una vez que ocurre la transformación, la electricidad puede ser canalizada de forma segura a hogares, edificios y demás estructuras. Para suministrar el voltaje adecuado, esta instalación necesita alcanzar una interacción perfecta con todos sus componentes, sobre todo con transformadores, interruptores de cirucito y relés de protección. Probar estos elementos es una práctica esencial para asegurar un buen funcionamiento.

Además del mantenimiento preventivo y predictivo, el mantenimiento eléctrico proactivo es el tercer paso de un programa exitoso. Su propósito es buscar fallas mecánicas como algo que pueda ser previsto y evitado antes de que se desarrolle. Esto significa que el mantenimiento eléctrico proactivo puede realizarse solo cuando sea necesario basándose en la información recolectada. Posteriormente, se abordan los elementos de rutina de un programa de mantenimiento, en lugar de las propias máquinas.

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